Jesús se bautiza en el Jordán.

Jesús vivió y creció en una familia igual que tú.

También igual que tú se bautizó. ¡Aunque Él lo hizo cuando era mayor!.

Cuando Jesús llegó a Galilea, fue al río Jordán y encontró a Juan que estaba bautizando a la gente.  

Jesús le pidió que lo bautizara a Él, pero Juan le dijo: “Pero si soy yo el que debe ser bautizado por ti ¿Cómo me pides que yo te bautice?, a lo que Jesús le respondió: “Haz lo que te digo, porque es necesario que se cumpla lo que Dios quiere”. Cuando Juan bautizó a Jesús el cielo se abrió y el Espíritu de Dios bajó en forma de paloma, mientras se oía una voz que decía: “Este es mi Hijo amado”. 

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Cuando nacemos nosotros, todos llevamos la mancha del pecado original que gracias al bautismo podemos borrar

convirtiéndonos en miembros de la Iglesia, en Hijos de Dios y en Herederos del Cielo y nos compromete a huir de la tentación de hacer cosas que no están bien viviendo como Dios nos pide y ayudando a que todas las personas que nos rodean conozcan a Jesús y se hagan su amigo.
En el sacramento del bautismo los cristianos utilizamos elementos, gestos y palabras para expresar que Jesús está presente aunque no lo veamos.
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