Con la reforma del Concilio Vaticano II se le cambió de nombre, poniendo el centro del acontecimiento al Niño Dios, que es presentado al Templo. Naturalmente, con el cambio de nombre no se quiso borrar la presencia de María. El texto evangélico de San Lucas arriba aludido fundo dos prescripciones legales distintas que se refieren a la purificación de la Madre y a la consagración del primogénito.
La presencia profética de Simeón y Ana es ejemplo de vida consagrada a Dios y de anuncio del misterio de salvación.
La bendición de las velas es un símbolo de la luz de Cristo que los asistentes se llevan consigo. Prender estas velas o veladoras en algunos momentos particulares de la vida, no tiene que interpretarse como un fenómeno mágico, sino como un ponerse simbólicamente ante la luz de Cristo que vence al pecado y a la muerte.
SOPA DE LETRAS: Presentación del Señor.
esto es lindo
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